MEMORIA HISTÓRICA RESPONSABILIDAD SOCIAL, RECONCILIACIÓN Y POSTCONFLICTO.

Conseguir un acuerdo de paz requiere largas horas de esfuerzo y dedicación, es un trabajo arduo y difícil, no exento en muchas ocasiones de verdaderos actos de heroicidad por parte de las partes implicadas. Como apunta Galtung en su teoría de las 3R, terminada la guerra, hay que reconstruir, reconciliar y resolver. Esto se refiere no sólo a los edificios y estructuras, sino a la base misma de la estructura de la sociedad y los grupos sociales, que son las personas y sus interacciones. De ahí la importancia de quitar los escombros producidos por la destrucción. En esta tarea, el recuerdo de los acontecimientos, cuando se transmite con resentimientos a otras generaciones, se convierte en un obstáculo para edificar la paz.

Somos sujetos históricos, es decir, fruto de la Historia y a la vez hacedores de Historia. Fruto de ella porque, si la historia hubiese sido distinta, el presente sería distinto y nosotros no existiríamos. El pasado es irrevocable, a pesar del lastre negativo que pueda tener la Historia (injusticias, insolidaridad, matanzas, imposiciones, genocidios, etc.), y nosotros somos fruto directo de una situación histórica concreta. Y somos hacedores de Historia porque, cada acto que desempeñamos en el presente como personas o como grupo, institución o especie, está configurando el futuro.

La Carta de la Paz, dirigida a la ONU, en sus puntos I y II manifiesta que los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males acaecidos en la Historia, por la sencilla razón de que no existíamos. ¿Por qué, pues, debemos tener y alimentar resentimientos unos contra otros si no tenemos ninguna responsabilidad de lo acontecido en la Historia? Es obvio que nadie se puede considerar culpable ni víctima de algo cuando todavía no existía, ¿Por qué seguir en un pasado cuando sólo somos responsables del presente? Un futuro en paz no será posible manteniendo rivalidades pasadas, rivalidades históricas, sino impulsando diálogos democráticos que ayuden a relativizar ideas. Transmitimos resentimientos absurdos que se mantienen en el imaginario colectivo a través de la familia, de la educación, del lenguaje, de tópicos, de conmemoraciones y levantan recelos, susceptibilidades, prejuicios, y estereotipos fáciles en su transmisión, que generan odios étnicos, sociales, culturales, etc., y que dañan la convivencia entre los diferentes grupos en una sociedad multicultural y entre los países.

Hemos heredado una historia con sus héroes, sus victorias y derrotas, la historia de un país se estudia, demasiadas veces, desde la perspectiva de nosotros frente a los demás, pero no debemos ser esclavos de esta historia tradicional. Se puede optar por una historia sin resentimientos, reconciliadora, sin prejuicios, que esté al servicio de la paz. Una historia que no hable de vencidos ni vencedores, superando lenguajes heredados y aceptando que no existe una Verdad, una realidad, sino muchas y que las interpretaciones pueden coexistir otras visiones diferentes. Podemos modificar el lenguaje de los libros de historia llenos de comentarios, sin ningún análisis, que establecen culpables e inocentes y que generan, por partes iguales, orgullo y desprecio entre los grupos, memorias sacralizadas enfrentadas a memorias humilladas; caldo de cultivo para mantener rencores y resentimientos, perturbando las relaciones entre personas y pueblos. Podemos elegir entre vivir anclados en el resentimiento o bien, en la reconciliación.

Si horribles y atroces son ciertos episodios en la historia; más compleja y difícil es la tarea de remontar y reconstruir una sociedad que ha de construir la paz sobre un pasado reciente aterrador. Muchos grupos, culturas, pueblos y naciones se encuentran siempre en una permanente tarea de reconciliación. La construcción de una sociedad pacífica no pasa necesariamente por el olvido, es más, el horror reciente vivido no puede ser olvidado, y es tarea de la humanidad el recordarlo para no volver a repetirlo jamás. La construcción de la paz pasa por tener memoria, y ser capaz de construir futuro a partir de las distintas memorias. La reconciliación, sin embargo implica una actitud activa de voluntad de reconciliación que nos permita vivir realmente la paz. Reconciliarse es ser consciente y tener conocimiento del pasado; y desde aquí ser capaz de descubrir en el hijo recién nacido del verdugo la misma inocencia que en el hijo del masacrado.

Reconciliación, como dijo Dr. profesor Reyes Mate, en el primer Congreso, es un proceso que empieza en la memoria y acaba en el perdón. La memoria es justicia, porque es memoria de la injusticia, es decir, la memoria reconoce el conflicto, abre heridas. Y no sólo reconoce el conflicto, sino que entiende que el presente, más o menos apaciguado, está construido sobre esas injusticias, es decir, sobre víctimas. “Hacer justicia a las víctimas” significa responder de las injusticias o daños causados. Empieza un largo proceso de suturar las fracturas, recuperar a las víctimas y verdugos, superando la condición de vencidos y vencedores.

Nuestra historia o nuestras historias de violencias, son largas y parecen escritas desde la conquista y la colonia incluso. En Colombia hablamos de 50 años de violencia pero antes de esta eran otras. Y los procesos no han terminado. Nuestras historias se entrelazan con un presente difícil, complejo. Los hijos de la violencia no han terminado de nacer y este hecho hace que el reto de desarmar la historia implique respuestas más audaces. Vemos con esperanza el fin del conflicto, y nos proyectamos a un futuro donde la tarea será la paz.


PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

  • El postconflicto… es más doloroso que la guerra misma
  • Ya han comenzado unos procesos. No es cuestión de acabar con el conflicto para iniciar la siguiente fase… el tránsito es matizado.
  • Hay una prioridad: preparar a la gente para el postconflicto…
  • Hay que matizar un poco la temporalidad del conflicto. Los referentes históricos de la violencia son del pasado e incluso de nuestro presente.
  • ¿Cómo zanjar en el presente, el punto de ruptura entre un ayer violento y un mañana pacífico?
  • ¿Qué implicaciones tiene recordar para no repetir errores, pero recordar sin resentimiento?
  • ¿Cuáles son las claves para contar una historia de la violencia sin violencias?


7
JUL

Palabras de Clausura del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI

Con éxito culminó el II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, después de socializar y hacer la entrega del Manifiesto pro la Paz, EL Hno. Carlos Gómez, Rector de la Universidad de La Salle, hizo el cierre del evento y estas fueron sus palabras.

7
JUL

Palabras de inauguración del II Congreso Internacional Edificar La Paz en el Siglo XXI

Palabras del Hno. Carlos Gómez Restrepo, Rector de la Universidad de la Salle. Dando Inicio al II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI.