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FASE PREPARATORIA DEL CONGRESO EDIFICAR LA PAZ


Desde diferentes campos de trabajo y de experticia, los expertos de cada eje temático se reunieron respectivamente en torno a sus mesas para generar los primeros diálogos que serán la base teórica de los temas que se tratarán en el II Congreso Internacional Edificar la Paz 2014...


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Un análisis profundo de la cultura de paz

Mario Ramirez Orozco - Docente Universidad de La Salle


Mario Ramírez-Orozco es docente de Unisalle, experto en temas de paz y actualmente es relator de la mesa Cultura de Paz en el marco del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI. Él recientemente lanzó su libro con la Universidad de La Salle La Paz sin Engaños en donde nos muestra la paz desde una nueva perspectiva estructural como respuesta a la violencia estructural. En un diálogo con él, tuvimos la oportunidad de analizar la paz desde una perspectiva más profunda, una que responde a los actos de discriminación política, social y económica actual; eventos que tocan a la gran mayoría de la población del mundo sin importar estratos ni clases sociales, aunque en especial a los menos favorecidos, actos que traen consigo la pobreza y la desigualdad.


Universidad de La Salle: Para usted, ¿Qué es Cultura de Paz?:


Mario Ramírez-Orozco: Cuando hablamos de Cultura de Paz casi siempre hablamos en un plano ideal y no pensamos en la convivencia pacífica, nos quedamos en el concepto de no agresión. Ésta se aprende a través del diálogo de los seres humanos que conforman las sociedades. Sin embargo, esto resulta ser un poco más complejo en nuestra actualidad, puesto que en toda la historia del mundo se han vivido más días de guerra que de paz, por lo tanto para enfrentar esta condición social hay que dejar de pensar en la Cultura de Paz ideal y retomar lo básico de la convivencia y del respeto por los Derechos Humanos.


ULS: ¿Desde la academia cómo podemos promoverla?


MRO: La academia cumple con un objetivo primordial: promover las cátedras de paz en todos los países, con o sin conflicto visible, la paz no debe ser un tema reactivo al conflicto, debe estar inmerso en un sistema educativo para que todas las generaciones tengan conciencia de las ventajas que es convivir en sociedades pacíficas para el desarrollo humano y social. Tenemos que tomar más conciencia de que estamos viviendo en el siglo XXI y que todos los avances tecnológicos y científicos no corresponden al desarrollo social actual. Es paradójico que en este siglo haya más muertos que en tiempos pasados donde no había tanto desarrollo científico, tecnológico y cultural. En este sentido, la academia tiene que educar para la paz y en paz.


ULS: ¿En qué difieren estas dos posturas?


MRO: La educación para la paz siempre se plantea en términos ideales, por el contrario la educación en paz es la que genera espacios en donde es más abierta la opción del diálogo entre diferentes. La educación en paz es aquella en donde los espacios del aula permiten que todos, sin importar sus características, tengan que convivir con igualdad de derechos y de condiciones.


La enfermedad del siglo XXI es la discriminación, el racismo, y gran parte de los conflictos de este momento en Asia o en Europa es la migración, los problemas de grandes flujos de población que migran y son contemplados como minorías. Cuando se educa en paz y para la paz, automáticamente la noción del ser humano se plantea en términos de igualdad, igualdad de hecho a través de las oportunidades.


ULS: ¿Cuál es su diagnóstico de la cultura de paz en Colombia y en el mundo?


MRO: La paz no la vivimos millones de personas en el mundo, independiente de la relacionada con los conflictos armados. Deberíamos entrar a procesos de paz que toquen el conflicto político y social puesto que dichos conflictos implican la mala calidad de vida de miles de millones de personas en el mundo. Una de las condiciones de la paz es tener una buena calidad de vida y en eso estamos quedados. Creo que en este siglo estamos viviendo un desfase entre la cronología y los hechos sociales, no puede haber paz con una sociedad viviendo en el siglo XIX en pleno siglo XXI, no puede haber paz si todavía hay servidumbres, colonialismos y monarquías; o donde los más ricos del mundo tienen tanto dinero que no podrán gastarlo durante los días que les quedan de vida.


Para concluir, la importancia de la Cultura de Paz debe radicar en educar al ser humano desde su esencia, formarlo para ser un agente de paz desde cada uno de sus actos y aptitudes. La construcción de una comunidad más justa y equitativa está en las manos de cada una de las personas que conformamos esta sociedad. La Paz no depende sólo de la voluntad de paz sino de la voluntad de cambio, en particular de aquellos que detentando el poder son los mayores responsables de los factores que generan violencia.

 

Medios de comunicación: constructores de cultura de paz

Los medios de comunicación son esenciales en el trabajo por la paz, en la actualidad, muchas movilizaciones sociales, proyectos pacíficos y redes de personas en beneficio de las comunidades menos favorecidas se han aglomerado para hacer su voz efectiva a través de las redes sociales. Así mismo colectivos de comunicaciones y otras organizaciones también se han valido de los medios masivos y convencionales para hacer propuestas concretas de sana convivencia, de reconciliación y de construcción de esta cultura.


Para profundizar más sobre el papel que cumplen los diferentes canales actuales de comunicación conversamos con Álvaro Duque, director de la Maestría en Periodismo de la Universidad del Rosario y Publicaciones Semana, él es presidente de la mesa Cultura de Pazdentro del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, evento que se llevará a cabo en septiembre del presente año en la Universidad de La Salle.



Una de las premisas de los medios de comunicación es construir relatos que aparecen separadamente, tejerlos y unirlos para crear comunidades dentro de una sociedad. Por ejemplo, los medios construyen lenguajes y de ese modo fomentan conceptos que se harán tangibles en las acciones de las personas. Si aquí se reproducen mensajes de tolerancia, respeto, inclusión, y demás, se estará construyendo cultura de paz en los receptores de estos canales.


En este sentido, Duque aseguró: “hay que promover en los medios un cambio de lenguaje puesto que algunos trabajan lenguajes agresivos, en donde la mujer es solo vista como un objeto sexual, o donde a los niños no se le reconocen sus derechos. Al existir éstos en una sociedad es muy difícil que se generen procesos de paz, o de solución pacífica de conflictos”.


Durante los diálogos que se han realizado en torno a la cultura de paz se ha destacado también la importancia de las redes sociales, sobre este punto Álvaro Duque aclara que las redes sociales siempre han existido y lo que hay ahora en la web 2.0 sería mejor denominarlo como medios sociales: “Éstos nos permiten interactuar con otras personas, con otros grupos y generar lazos de comunicación con ellos. Vienen a crear nuevas redes sociales que antes eran de limitadas por el espacio y el tiempo, las nuevas tecnologías han permitido que las personas se puedan comunicar sin importar el lugar en que se encuentren, ni el tiempo que los separe”.


Estos medios sociales permiten construir redes según las afinidades e intereses en común de las personas. Aunque se está estudiando, aún no es posible saber los efectos que puede tener esto en la sociedad donde es fundamental el disenso, las discusiones y los debates puesto que al fomentarse un pensamiento generalizado sobre determinados temas, en los medios sociales los debates tienden a ser violentos y esto puede ser un problema para la democracia, la participación y la libertad de pensamiento.


Por otro lado, grupos y colectivos sociales han logrado generar nuevas propuestas y acciones concretas en función de la paz a través de medios sociales como Facebook y Twitter pues han permitido que voces que no eran escuchadas por la sociedad ahora sí lo sean.


En este sentido, Duque asegura que educar al buen uso de los medios sociales es fundamental pues esta es una gran herramienta para la construcción de cultura de paz ya que exalta las acciones constructivas presentes, actitudes que tienen la capacidad de transformar la sociedad y generar nuevos espacios de sana convivencia y de paz.

 

Paz para el mundo rural

Los principales problemas que permanecen latentes en Colombia están relacionados con el mundo rural, población que conforma el 32% del país[1]; desde la lucha incansable de diferentes actores por la tierra, legales e ilegales, hasta la falta de políticas que regulen y garanticen el desarrollo de los sectores que trabajan allí. Sin mencionar que las necesidades básicas de las comunidades rurales pasaron a otro plano.


La nueva ruralidad, enfoque reciente que estudia el desarrollo rural, es una visión que actualmente estudia y busca dar respuesta a estas problemáticas actuales ya que incentiva el desarrollo de los espacios rurales de una manera distinta, más allá de políticas agrícolas, también plantea conceptos y desarrollos teóricos que abarcan el tema de la multifuncionalidad, de los territorios rurales, de la conexión entre lo rural y lo urbano, de la pluractividad, entre otros.



María Adelaida Farah Q., presidenta de la mesa Nueva Ruralidad como escenario de Paz del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI habló con nosotros al respecto y nos ayudó a profundizar en el tema y su papel en la construcción de paz. Ella afirma que para hablar de paz en la nueva ruralidad es necesario dejar de hablar de sector rural y referirse mejor a mundo rural, ruralidad o territorios rurales: “como lo dice la misma palabra sector, se sectorializa, se segmenta la dimensión de lo rural, y ésta va más allá de la concepción de sector productivo agropecuario. Al hablar del sector rural se está dejando la gente de los territorios rurales de lado y se están olvidando todas las dinámicas que forman parte de este mundo”.


Éste enfoque de desarrollo rural contempla la pluralidad de los actores, de visiones, de actividades de intereses que se generan en estos territorios y esta perspectiva es fundamental para la paz, pues hay que promoverla teniendo en cuenta las diversas ruralidades y las dicotomías, desigualdades y diferencias aún existentes; no se puede hacer paz con amplias brechas de inequidad.


Otro de los aportes fundamentales que hace María Adelaida Farah desde su línea de estudio de la nueva ruralidad es la integración de la perspectiva de género al desarrollo rural. “Esta visión no se trata de integrar a las mujeres a este espacio, es entender las relaciones entre hombres y mujeres, relaciones que son de poder, para que éstas funcionen en torno a la paz, donde ambos puedan contribuir desde sus diferentes capacidades y habilidades al desarrollo del mundo rural” aseguró Farah.


En conclusión, la perspectiva de nueva ruralidad tiene la capacidad para abarcar la diversidad de la Colombia rural, desde la sociología, la economía, la antropología, y otras ciencias que enriquecen el enfoque y que intrínsecamente están brindando herramientas, políticas, iniciativas y programas que permiten edificar la paz a lo largo y ancho del territorio nacional.



[1] PNUD. (2011) Informe de Desarrollo Humano Colombia Rural: Razones para la esperanza. Consultado el: 19/08/14. Disponible en:


http://pnudcolombia.org/indh2011/pdf/informe_completo_indh2011.pdf

 

Mujeres: pieza clave en los procesos pacíficos

El empoderamiento de las mujeres es una de las claves para construir la paz en Colombia, las mujeres han logrado desde sus barrios, comunidades y municipios proponer estrategias para la mediación en el conflicto armado, la resistencia pacífica a las violencias y la recuperación, sanación y reconciliación frente a situaciones de violencia. En nuestra conversación con Esperanza Hernández, experta del eje Mujeres y Paz del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI pudimos destacar algunas aptitudes que tienen las mujeres colombianas en el momento de trabajar por la construcción de paz.



Una de las mayores cualidades que destaca Esperanza Hernández desde su experiencia es la sabiduría. Las mujeres colombianas son muy sabias y lo reflejan siempre en el momento trabajar por sus comunidades y sus familias. Se empoderan a partir de las necesidades que las lleva a desarrollar todo su poder pacífico transformador, y lo hacen desde recursos sencillos pero sabios, así ellas tejen y crean estrategias impresionantes, por ejemplo para comunicarse en medio de la guerra a través de mensajes cifrados inmersos en sus lenguajes cotidianos.



Otra es la inteligencia, las mujeres tienen un el poder pacífico transformador que se manifiesta cuando la violencia ha tocado sus hogares, a miembros de su familia o sus vecinos y siempre para ellas pondera la inteligencia sobre la fuerza bruta, la paz sobre la guerra. Desarrollan una sensibilidad increíble para mediar en los conflictos, acortar distancias entre quienes se perciben como adversarios y persuadir.
La creatividad también se ha destacado en nuestras mujeres, en muchos lugares del país ellas han resistido pacíficamente y han hecho tránsito de victimas a constructoras de paz. Ellas hacen un gran esfuerzo por proteger la vida en su comprensión más amplia, por anunciar la esperanza y con sus ideas innovadoras promueven la no repetición de violencia, así protegen sus comunidades, sus culturas, sus mínimos vitales, a pesar de las pérdidas que ellas mismas han sufrido en sus territorios.



Finalmente su sensibilidad también es vital en el trabajo de empoderamiento pacifista de las mujeres, en especial las mujeres de pueblos indígenas y afrodescendientes quienes dentro de sus cosmovisiones ancestrales han logrado generar espacios de paz donde pondera la vida, la palabra, el diálogo, la armonía y a través de ellos intervienen en los conflictos. Las mujeres median, en lugares recónditos e invisibles, son llamadas en sus procesos comunitarios para que con sus palabras y su sensibilidad logren derribar muros invisibles entre grupos armados y sus comunidades, protejan vidas y faciliten escenarios de diálogo.



En definitiva las mujeres colombianas tienen un sin número de capacidades y potencialidades para construir la paz, ellas son únicas, relacionadas con el grandioso poder de dar vida, más allá de lo biológico, su amor, su capacidad de compromiso, perseverancia, resistencia y resiliencia, y los demás elementos que ya mencionamos las hacen fundamentales en los procesos de paz. En un futuro anhelado donde se logre firmar un acuerdo de paz con las guerrillas, las mujeres tendrán un papel fundamental que ya han abonado pues son ellas el canal para que los acuerdos no se queden en los tratados y firmas sino que por el contrario los hagan palpables y efectivos en sus regiones.

 

El otro lado de la democracia

En las últimas décadas la democracia en Colombia y en América Latina se ha visto permeada por grandes iniciativas sociales y participativas en función del desarrollo de la sociedad, sin embargo, para comprender y enseñar democracia a la comunidad que nos rodea es importante retomar lo más esencial de su praxis: hacer cotidiano el respeto mutuo entre personas, tolerar las creencias, prácticas, espiritualidades y tradiciones de los demás, proponer espacios de aceptación recíproca y valorar la corporalidad y dignidad que constituye a cada ser humano.


Para abordar más el tema de la democracia participativa hablamos con Alfredo Sarmiento, Ingeniero Industrial, experto en desarrollo rural, comunitario y social en Colombia, y presidente del eje temático Repensando Democracias del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI. Sarmiento aseveró que la carencia de cultura democrática que padece nuestra sociedad es reflejo de cada una de las acciones intolerantes, violentas y discriminatorias que vemos actualmente en nuestro país, situaciones como el irrespeto a las mujeres en el transporte público bogotano, asesinatos basados en riñas sin sentido o descalificaciones a otros por pensar y ser diferentes.



“El día en que entendamos y podamos relacionarnos entre todos sin importar si eres afro, o mujer, o independientemente de tus credos, ese día habrá más democracia porque estaremos haciendo tangible el respeto a los derechos y a la igualdad”, afirmó Sarmiento.



Educación y democracia



La sociedad, particularmente en Colombia, se ha caracterizado por una inequidad imperante, reflejada en diferentes sectores, como el educativo. Los colombianos de estrato 1 han recibido en promedio 5,2 años de educación a comparación con los pertenecientes a estrato 6 quienes han recibido en promedio 12,7 años . Es aquí precisamente donde las universidades tienen un compromiso particular en democratizar el conocimiento y permitir, primero, que la población acceda a ella, también fortalecer las capacidades de comunidades y poblaciones, incentivar la aplicación de los saberes en todos los campos de la vida social y productiva; y la divulgación abierta de dichos conocimientos en beneficio de la sociedad.



La academia es también un espacio para vivir la democracia, al respecto Alfredo Sarmiento aseguró: “la universidad debe ser un espacio en donde confluyan autonomías, diversidades y se promueva el diálogo y el reconocimiento del otro”. En este sentido, las universidades, además de su compromiso de fomentar la democracia a través de impartir el conocimiento en función del desarrollo, también deben garantizar espacios donde se construya activamente sociedad, más allá de los textos y las aulas de clase, por ejemplo con el trabajo de campo con las comunidades más necesitadas y así ayudar a superar la restringida concepción electoral de la democracia.

 

Decir NO a la violencia es un SI a la Cultura de Paz

En entrevista con Gonzalo Murillo, coordinador de la Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz- RedProdepaz1 y experto del eje Cultura de paz del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, pudimos constatar la importancia y la necesidad de fomentar cambios en nuestros hábitos para crear cultura de paz. Esto nos dijo:



Universidad de La Salle: ¿Cómo desde la escuela se podrían motivar espacios para la formación de una cultura de paz?



Gonzalo Murillo: La academia tiene una gran responsabilidad y mucho que aportar a la construcción de una cultura de paz. Por supuesto que esto implica ejercer una posición crítica frente a la cultura dominante y a la vida cotidiana, para poder influir y llamar la atención sobre comportamientos que no generan convivencia y atentan contra la construcción de paz. También supone desarrollar investigación, producir conocimiento y formular estrategias e instrumentos pedagógicos que le permitan a los estudiantes, y a la sociedad en general, para evitar la inercia y dejar de reproducir de manera acrítica, conductas convencionales que son agresivas y hacen violenta la vida cotidiana. Y los primeros que tienen que hacer conciencia sobre esos patrones culturales de violencia son los propios docentes e investigadores, partiendo de la premisa de que todo cambio para que sea cambio, debe ser cultural. Es decir, debe significar un cambio en la forma como interpretamos el mundo y nuestra relación con los demás.



ULS: ¿De qué manera se podrían fomentar prácticas que eludan los actos violentos?



GM: No se puede aceptar la violencia con una condena histórica y naturalizar los comportamientos violentos. Una sociedad asume una cultura de la violencia en la medida que desarrolla una alta tolerancia al ejercicio de la violencia y por consiguiente no solo la acepta sino que además la justifica como algo inherente a la formación social. Se puede asumir la cultura como una elaboración simbólica que hacen las sociedades para regular la conducta y la convivencia social y desde esa perspectiva se opone a la violencia, pero desde un concepto de cultura como campo de aceptación o de rechazo a ciertas conductas, resulta evidente que hay sociedades que desarrollan una mayor aceptación y tolerancia frente a la violencia. En ese sentido es que podemos constatar que pese a condiciones socioeconómicas similares, hay diferencias marcadas entre las sociedades frente al ejercicio de la violencia. Y para contestar la pregunta, antes que fomentar prácticas para eludir la violencia, lo que resulta indispensable es volver inaceptable la violencia para que no se sigan fomentando prácticas ni hechos violentos. Es decir, rechazar y no justificar por ningún motivo la violencia, lo cual implica otra ética que permita renunciar como sociedad a la adicción del goce perverso que genera y a tramitar los conflictos por las vías de hecho.


ULS: Desde su experiencia ¿cuál es la mejor estrategia o vía para educar en una cultura de paz?



GM: Educar en una cultura de la paz implica una profunda transformación cultural que comienza por tomar conciencia de nuestro proceso de formación social, de cómo nos hemos construido como Nación, y requiere que seamos muy autocríticos con nuestra historia y que reconozcamos las equivocaciones que como sociedad hemos cometido, por ejemplo en materia de participación política. En Colombia hemos vivido una ya larga tradición de eliminación del contrario y una enorme falta de reconocimiento y valoración de la diferencia. Para superar esa práctica deberíamos ser capaces como sociedad de posicionar y asumir un nuevo paradigma de la diversidad como riqueza, y dejar de lado de una vez por todas, un pensamiento hegemónico que considera la diferencia y la diversidad como un problema que se debe allanar o eliminar. Colombia como país mega diverso requiere construir y adoptar modelos de convivencia que permitan y faciliten la coexistencia de diferentes formas sociales, políticas, económicas y culturales. Necesitamos hacer realidad una idea de nación pluriétnica y multicultural y abandonar para siempre esa idea de unidad nacional basada en la homologación de la diferencia y que la nación tiene derecho a imponer su voluntad a nombre del desarrollo y del interés general. Si nos remontamos a la conquista y a la colonia podemos observar el enorme ejercicio de la violencia para eliminar y someter la diversidad de los pueblos originarios, para que abandonaran sus propias creencias, su economía, sus formas de relacionamiento con la naturaleza y su vida espiritual. Aún hoy se mira con desprecio y como un estorbo al desarrollo a los pueblos indígenas y afrodescendientes. Y todo lo que se hace en la historia tiene sus consecuencias y parte de lo que hoy vivimos como sociedad. Creímos que esa era una forma normal de convivencia, pero hoy debemos darnos cuenta de que hay otras maneras de convivencia mucho más humanas y civilizadas, donde es posible aceptarnos y reconocernos en la diferencia y que esa diferencia no es un obstáculo sino que por el contrario es una gran riqueza para una sociedad, pero hay que cambiar de paradigma.


ULS: ¿Qué experiencia podría usted destacar como un ejemplo de transformación cultural en favor de la paz?


GM: Hay una experiencia muy emblemática en el marco del Programa Desarrollo y Paz del Magdalena Medio -PDPMM, que no nos cansamos de referenciar, y comenzó a ocurrir hacia finales de la década de los noventa en la Comuna Siete de Barrancabermeja. Es muy aleccionadora porque es un ejemplo vivo de cómo un conflicto se convierte en una oportunidad. El conflicto tiene que ver con la construcción de un proyecto de generación a gas, que se quiso emprender por medio del uso de la fuerza, privada y pública, ante la presencia de un frente guerrillero urbano. Ante la imposibilidad de llevarlo a cabo por esta vía, los dueños del proyecto buscaron a los facilitadores del PDPMM, quienes les dijeron: “hablen con la comunidad pues ellos son los únicos que pueden o no hacer viable ese proyecto”. Cuando se acercaron a la comunidad, la comunidad les dijo que ellos podían ayudar a que se hiciera el proyecto pero qué cual era la ayuda de la empresa para la comunidad. A la pregunta por la ayuda esperada por parte de la comunidad, la comunidad le pidió a la empresa que ayudaran a desarrollar su proyecto. ¿Qué proyecto? El proyecto de Ciudadela Educativa. A la empresa le pareció que eso se salía de sus alcances, pero la comunidad les dijo que no era todo, que aportaran su parte y que muchos otros podían aportar. La ciudadela hoy es una realidad para más de 1000 estudiantes de la Comuna Siete y deja muchas lecciones aprendidas: 1) no es suficiente con tener una autorización formal para adelantar un proyecto, 2) el poder de las armas siempre se subordina al poder de la comunidad cuando existe organización, 3) es importante tener un proyecto que represente un interés y una voluntad colectiva, 4) grandes obras se pueden emprender cuando existe la articulación de voluntades y la convergencia de esfuerzos, y 5) no es fin el que justifica los medios sino los medios los que justifican el fin. Ese es el fundamento de una cultura de paz.


[1] La Redprodepaz es un sistema de coordinación nacional de la sociedad civil plural y autónomo que articula 23 Programas Regionales de Desarrollo y Paz y a 16 Entidades de Apoyo que trabajan por la construcción de una nación en paz desde procesos locales y regionales. Tiene presencia en 23 departamentos y en 502 municipios.


 

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Palabras de inauguración del II Congreso Internacional Edificar La Paz en el Siglo XXI

 

Palabras de Clausura del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI

 


11
JUN
FASE PREPARATORIA DEL CONGRESO EDIFICAR LA PAZ
Desde diferentes campos de trabajo y de experticia, los expertos de cada eje temático se reunieron respectivamente en torno a sus mesas para generar los primeros diálogos que serán la base teórica de los temas que se tratarán en el II Congreso Internacional Edificar la Paz 2014.

23
SEP
SINGULARIDAD DEL CONGRESO
Somos sujetos históricos, es decir, fruto de la historia y a la vez hacedores de historia. Fruto de ella porque, si la historia hubiese sido distinta, el presente sería distinto y nosostros no existiríamos.

Palabras de inauguración del II Congreso Internacional Edificar La Paz en el Siglo XXI

Palabras del Hno. Carlos Gómez Restrepo, Rector de la Universidad de la Salle. Dando Inicio al II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI.

Decir NO a la violencia es un SI a la Cultura de Paz

Hablar y debatir sobre cultura de paz no es fácil, tiene un sin número de implicaciones sociales que nuestras comunidades, gobernantes y sociedad civil en general debemos tener en cuenta.

El otro lado de la democracia

En las últimas décadas la democracia en Colombia y en América Latina se ha visto permeada por grandes iniciativas sociales y participativas en función del desarrollo de la sociedad, sin embargo, para comprender y enseñar democracia a la comunidad que nos rodea es importante retomar lo más esencial de su praxis...

Mujeres: pieza clave en los procesos pacíficos

Las mujeres colombianas poseen cualidades muy especiales que las hacen fundamentales en los procesos de construcción de paz, de nuevos conocimientos y prácticas en beneficio de un país mejor.

Paz para el mundo rural

La nueva ruralidad es una visión polisémica que contempla diferentes puntos de vista para entender y generar desarrollo rural y de esta manera aportar directamente a la construcción de paz en el país.

Medios de comunicación: constructores de cultura de paz

Los medios de comunicación son fundamentales en el trabajo por la paz, en la actualidad, muchas movilizaciones sociales, proyectos pacíficos y redes de personas en beneficio de las comunidades menos favorecidas se han aglomerado para hacer su voz efectiva a través de las redes sociales.


Un análisis profundo de la cultura de paz

Hablar de cultura de paz es uno de los temas más complicados y extensos de la actualidad. Vemos y oímos en nuestros noticieros la palabra paz, limitada a las problemáticas de conflicto armado actual del país, o a las guerras civiles de África o Europa central, sin embargo, olvidamos que la paz se debe practicar, promover y defender desde el actuar cotidiano de todos los ciudadanos.

FASE PREPARATORIA DEL CONGRESO EDIFICAR LA PAZ

Desde diferentes campos de trabajo y de experticia, los expertos de cada eje temático se reunieron respectivamente en torno a sus mesas para generar los primeros diálogos que serán la base teórica de los temas que se tratarán en el II Congreso Internacional Edificar la Paz 2014.