MUJERES Y PAZ

Hoy, en bastantes partes de nuestro planeta, se acepta, al fin, la total igualdad del hombre y la mujer en su dignidad humana. Y se acepta, asimismo, las consecuencias sociológicas que de ello se derivan: acceso de la mujer a todos los niveles, tanto en la educación como en los campos profesionales, así como en la igualdad de oportunidades y retribución, etc. Y se les abren, de par en par, las puertas de la investigación científica, del arte, de la política...

Se ha visto, también, que muchas ocupaciones que se creían propias o exclusivas de uno u otro sexo, lo eran sólo por condicionamientos culturales.

Sin embargo, esta igualdad en la dignidad y quehaceres no borra las diferencias entre hombres y mujeres en su peculiar anatomofisiología, en sus propios aspectos hormonales y bioquímicos, con las lógicas y normales repercusiones que todo ello tiene en las respectivas psicologías y comportamientos. Por ejemplo, desde el mayor funcionamiento del hemisferio derecho cerebral en las mujeres, hasta el mayor aporte de elementos para la procreación que hay en su óvulo. Puede afirmarse pues, que aún siendo, en lo fundamental, iguales los dos sexos en dignidad y libertad, tienen, tanto el varón como la mujer, un “plus” propio y distinto. Es importante, por consiguiente, estudiar en qué consisten estos “pluses”, y tenerlos en cuenta para la correcta organización social. Hombres y mujeres se necesitan y se complementan; no sólo para el engendramiento, sino también en los campos culturales, artísticos, laborales y de organización de la sociedad.

Uno de los aspectos trágicos de los conflictos actuales es que, las niñas y mujeres, sufren de manera cada vez más intensa y desproporcionada, las consecuencias de la violencia. A pesar de que ellas, ni inician ni desarrollan las guerras, se han convertido en el blanco directo de los ataques, en muchos casos para humillar al adversario y romper la moral y resistencia de sociedades enteras.

Se estima que cerca del 90% de las víctimas de guerra en la actualidad son civiles, la mayoría de ellos mujeres y niños, en contraste con lo que sucedía hace un siglo, cuando el 90% de los que perdían sus vidas era personal militar. La violencia contra la mujer es una de las armas más destructoras de las guerras y los conflictos actuales.

Hay una gran paradoja: las mujeres son las primeras víctimas de los conflictos violentos, y también son el elemento clave para solucionarlo. Posiblemente de ahí el interés en doblegarlas y dejarlas heridas física y espiritualmente.

A nivel internacional y sobre todo en los estamentos que trabajan en la reconstrucción de sociedades rotas por un conflicto armado, cada vez se reconoce y valora más las aptitudes que tienen las mujeres y que las hacen imprescindibles, en las etapas del proceso de paz.

Durante los conflictos, las mujeres asumen la función fundamental de garantizar la subsistencia de la familia en medio del caos y la destrucción y participan activamente en el movimiento en favor de la paz a escala comunitaria, fomentando la paz en el seno de sus comunidades. Las mujeres son capaces de colaborar entre ellas y de comunicarse a través de barreras y brechas que separan a las partes enfrentadas.

Las mujeres están mejor preparadas y con más aptitudes que los hombres para prevenir y resolver conflictos, porque saben mejor que nadie el precio de éstos. En medio de las tremendas desigualdades sociales que han configurado diferentes sociedades como las latinoamericanas, han sido preferencialmente las mujeres, maestras, voluntarias, religiosas, trabajadoras sociales, madres; las que han hecho presencia indiscutible en medio de los grupos marginales como agentes de soporte, de apoyo, de asistencia social, de resistencia y de cambio. Durante generaciones, las mujeres han desempeñado el papel de educadoras por la paz, tanto en las familias como en la sociedad. Las mujeres han sido primordiales en mantener sociedades y comunidades que estaban colapsadas no sólo por el conflicto, sino también por la pobreza y la indigencia. Crystal Eastman, pionera de las sufragistas dijo que “Las mujeres son madres, o madres potenciales; por esto tienen un sentido más íntimo del valor de la vida humana y por esto tendrán más capacidad y determinación…. Un grupo de mujeres para parar la guerra, que un grupo de hombres”. (1915)

En los años recientes, en las dinámicas y procesos de postconflicto y postguerra, se ha develado el rostro de la mujer como primera víctima de la violencia. Una víctima paciente que además había sido invisibilizada o negada, pero que siempre ha estado en medio del conflicto, caminando entre la guerra, llorando sus muertos, sufriendo en silencio. Los movimientos de mujeres que se han levantado para reclamar justicia, para pedir reparación, son apenas el asomo de otro hecho que debemos develar igualmente, que debemos reconocer y honrar; y con el que debemos contar de forma clara para lograr la paz: la mujer ha sido desde siempre, una artesana de tejido humano, una agente de reconstrucción social, una maestra del perdón y una protagonista de la Paz. Su trabajo, su lucha, su resistencia, su persistencia en diferentes escenarios y contextos, ha estado allí, presente, comprometida, invisible la mayoría de las veces pero contundente en sus resultados.


PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

  • ¿Cómo reconocer proactivamente la función social de la mujer, hacedora de paz, que implicaciones tiene este reconocimiento en la construcción de la Paz?
  • Además del activismo evidente de la mujer en la tarea de la paz, ¿qu protagonismo o liderazgo debemos tener en cuenta?
  • ¿Qué elementos políticos, sociales, culturales debemos repensar, reorientar, reconocer, para que la acción femenina en la dinámica social para la paz tenga un mayor impacto?
  • Es suficiente solamente con las acciones de discriminación positiva de ofrecer más espacios de participación para la mujer? O hay algo más en la configuración de la organización social que debemos repensar para la paz?



11
JUN
FASE PREPARATORIA DEL CONGRESO EDIFICAR LA PAZ
Desde diferentes campos de trabajo y de experticia, los expertos de cada eje temático se reunieron respectivamente en torno a sus mesas para generar los primeros diálogos que serán la base teórica de los temas que se tratarán en el II Congreso Internacional Edificar la Paz 2014.

23
SEP
SINGULARIDAD DEL CONGRESO
Somos sujetos históricos, es decir, fruto de la historia y a la vez hacedores de historia. Fruto de ella porque, si la historia hubiese sido distinta, el presente sería distinto y nosostros no existiríamos.